Preparación

1. Corta el tallo de las alcachofas y las puntas 
2. Retira las hojas externas, las más duras y fibrosas. El objetivo es quedarte únicamente con los corazones de alcachofa
3. Parte cada corazón a la mitad y retira la pelusilla que verás en el interior porque podría darle un sabor amargo a la tortilla
4. Pon las alcachofas partidas en un cuenco con un poco de agua, un puñado de sal gorda y el zumo de limón. Déjalas un par de minutos y así lograrás que resulten más suaves al paladar y también evitarás que se ennegrezcan
5. Añade 2 cucharadas de aceite de oliva en una sartén 
6. Escurre muy bien las alcachofas y ponlas en la sartén a fuego medio. Saltea y evita que se frían en exceso. Cuando cojan algo de color, retíralas del fuego
7. Bate los huevos añadiendo sal y pimienta al gusto 
8. Incorpora las alcachofas salteadas al mismo bol o recipiente de los huevos
9. Toma de nuevo la sartén donde freíste las alcachofas, añade unas gotas más de aceite y con la sartén caliente pero sin humear, vierte los huevos batidos con las hortalizas troceadas
10. En dos o tres minutos la tortilla de alcachofas empezará a tener los bordes cuajados (sólidos), gira la tortilla. Espera unos segundos y dale otra vez la vuelta para que se haga del todo, durante un minuto más. ¡Ya la tienes!

Recomendación

Al preparar las alcachofas, no tires lo que no vayas a utilizar, porque con las hojas más duras y con los tallos puedes hacer un excelente caldo ideal para depurar el organismo.